

Consumido por la agonía de escarchas y engatusado por el espíritu del nigromante Kel'Thuzad, sembró el caos por el reino, levantando a todos sus habitantes como no-muertos que servirían a su propósito como los descerebrados sin voluntad que eran.
Tras las primeras incursiones en las que diezmó los ejércitos, fue al lugar de reposo de las cenizas de su padre, donde se encontró con su antiguo mentor Uther el Iluminado. Pese a que la batalla fue muy feroz, el Paladín aún guardaba cierto recelo e, incluso estando bajo unos votos para con La Mano de Plata, duró, cosa que Arthas no hizo valiéndole como victoria.
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En ese momento dentro de él había una duda, una sombra de lo que una vez fue le decía que lo que estaba haciendo no estaba para nada bien, que debía detenerse, pero, lo que era el él de ahora no sentía remordimiento por las personas a quienes había destruído, no sentía piedad ni por hombres, ni por mujeres, ni por niños, ni por ancianos. No, ese Arthas que estaba en pie frente al cadáver de su mentor, dejando que la agonía de escarchas se deleitase con el alma del paladín no era el niño que antaño recorrió aquellas calles escapándose de las clases de palacio.
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Lo que había allí...
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...No podía llamarse ni humano.
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Tomó las cenizas de su padre, y, su siguiente objetivo no iba a ser otra que la fuente del sol.
Los elfos le supusieron un reto de lo más tedioso que había encontrado en mucho tiempo. El estado del cuerpo de Kel'Thuzad no era precisamente el más idóneo para estar perdiendo el tiempo, y Sylvanas fue la que se encargó de retrasarlo tanto que le hizo estallar en ira y perjurar la muerte de la elfa, tanto fue así que cuando rompió las barreras naturales del bosque y le puso las manos encima, no le dio la muerte piadosa que ella quería. Primero la hirió, hasta el punto que su alma fue lo primero que usó para destruir a los elfos fue el alma de la misma Sylvanas, ahora convertida en un alma en pena, una banshee, que obedecía a la voluntad del señor oscuro.
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Una vez corrompió su alma, se aseguró de alzar a los elfos bajo el mando de Sylvanas para poder marchar hacia Lunargenta y poner fin a aquella disputa de la forma más beneficiosa posible para el Rey Exánime, y así fue, los aniquiló a todos. Aquello le trajo ciertos recuerdos que en su momento le habrían hecho estremecerse, mas en aquél estado no hizo más que regocijarse en lo que estaba causando.


La revelación que Kel'Thuzad le hizo a Arthas sobre la verdadera naturaleza de los señores del terror y la legión hizo que el joven empezase a darle vueltas a lo que estaba pasando, viéndose a si mismo en el pasado como una mera marioneta. El plan sin embargo no era otro que ir a Dalaran para robar el tomo de hechizos de Medivh, el antiguo guardián y traer de vuelta al demonio Archimonde. Cuando llegaron fueron recibidos por Antonidas, con quien intercambió un saludo más bien poco cordial teniendo en cuenta que el mago antes había tenido una relación bastante buena con el príncipe, hasta le recordó el hecho de que había matado a su propio padre, cosa, que simplemente no le importó, más bien fue un buen impulso para querer matar también al mago. Sin embargo los estaban esperando, levantaron una barrera que dañaba únicamente a los no-muertos y bajo circunstancias cuanto menos difíciles para el caballero de la muerte entablaron un combate que acabó con la vida del mago, levantando la barrera.
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Acto seguido, se apresuraron a convocar al demonio a la par que los soldados de Dalaran intentaban detenerlos, irremediablemente fallaron, las fuerzas del ejército de no-muertos eran tantas que eran, simplemente, imparables, eso si no se contaba con el hecho de que Archimonde les estaba mandando todo tipo de criaturas para defender el ritual que Kel'Thuzad estaba llevando a cabo.
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Al terminar, el demonio no esperó siquiera a cercionarse de que estuviese recuperado, usando sus poderes acabó con la ciudad, dejándola bastante destruída, mas no acabada como se vería más adelante en la historia de Azeroth.
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Muy en el fondo, en esa parte que resistía, se alegraba de no haber visto a Jaina allí.
Tras ese largo viaje, y tras prestar un poco de ayuda a Illidan para derrotar a la legión, enemiga del Rey Exánime, volvió a Lordaeron, lo que no sabía era que se le estaba esperando y tres señores del terror junto a la traidora Sylvanas estaban tejiendo un plan para detener a Arthas y el alzamiento del Rey Exánime como una fuerza que pudiese detener a la mismísima legión, habían confiado en el joven caballero de la muerte para diezmar las fuerzas de la Alianza en aquellas tierras, no para hacer de estas un nuevo ejército.
Lo que no sabía era que Sylvanas había dejado de estar bajo influencia del Rey Exánime por un ataque realizado por parte de Illidan desde Dalaran, y que había tomado la suficiente voluntad propia como para conseguirse su antiguo cuerpo de nuevo y cooperar con los demonios.
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Una terrible batalla se desató entre las fuerzas de Arthas y las de los tres señores del terror, hasta tal punto que el caballero de la muerte se vio obligado a retirarse, unas almas en pena le guiaron hacia un punto que decían era seguro, sin embargo, una flecha le atravesó por la espalda en un punto carente de placas de su armadura, inmediatamente después Arthas cayó sin fuerzas de Invencible, viendo así quién le había disparado.
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Sylvanas.
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Con toda su ira intentó levantarse, más no pudo.
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Le dijo que acabase el trabajo.
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Pero no quiso, y ese tal vez sería su más absoluto error llegado el momento, por lo pronto, con la ayuda de Kel'Thuzad, se dirigió de nuevo a Rasganorte.


En cuanto desembarcó en Rasganorte, fue atacado por las fuerzas de Kael'Thas, cegado por la ira tras saber que su pueblo había caído por culpa del que hace tiempo fue su rival en cuanto al amor se refería, y Arthas ni corto ni perezoso se lo recordó antes de empezar a luchar contra él.
Debido a la debilidad del Rey Exánime, él también estaba bastante débil, por lo que tuvo que ser salvado por un sirviente de este, un antiguo rey entre los suyos, Anub'arak. Encontraron en su camino al trono helado a un dragón del vuelo azul, Sapphirion, sirviente de Maligos. Le dieron caza, lo mataron y lo alzaron como no-muerto para la plaga, haciendo que las fuerzas del caballero de la muerte fuesen cuanto menos más destructivas si se podía decir.
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Arthas obtuvo su venganza.
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Kael'Thas acabó huyendo tras varias incursiones contra la reina de los Naga y otros seres de Illidan a los cuales acabó acribillando literalmente, incluso aunque el príncipe élfico hubiese sido equipado con Felo'menorn, este no fue capaz de combatir al poder de la agonía de escarchas y como un cobarde le dejó el camino libre a Arthas, quien, posteriormente se enfrentó a Illidan en una feroz batalla en la que los filos de ambos contendientes se encargaron de hablar por ellos, el poder de Arthas fue restaurado con los últimos vestigios que le quedaban al Rey Exánime, e Illidan estaba debilitado, por lo que el combate se terminó decidiendo del lado del caballero de la muerte tras dejarle una horrible herida en el pecho al illidari.
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Tras esto, Arthas sellaría su destino ascendiendo por el trono de hielo, encontrándose allí con el "cuerpo" congelado del Rey Exánime.
"Ahora, somos uno."
